martes, abril 6

No he sabido ir a favor del viento,

Aunque nunca me callo, guardo un par de secretos.


...y ahí fue cuando ya la única esperanza que te quedaba era jugarle a los dados tu suerte. No importaba ya lo que saliera, más abajo no podías llegar. Si antes pensabas que nadie llegaría a valorar la existencia de algo que pasaba tan desapercibido, ahora que se había convertido en una atracción efímera y libre de dignidad, no te quedaba más que resignarte a que la vida pase. Un año más, un año menos. La diferencia era mínima, pero para vos era algo terriblemente trágico. Un año, sinónimo de eternidad y millones de realidades atroces. Te aterraba volver, te veías caminando por una cuerda floja que amenazaba con lanzarte de vuelta al pasado. Pero tu perfecta vara para mantener aquel equilibrio al cual te habías amoldado y acostumbrado tanto, se fue acortando hasta dejarte al borde de la más temible de las peripecias. Jugaste con el fanambulismo de tu veracidad, con la certeza de que nada te podía bajar de aquel sencillo y elemental podio que lograste construir con retazos de imaginación, bordados a una realidad que lograste superar con mera comprensión propia. Una mezcla entre rabia y sofoco sentías cuando te diste cuenta que todo aquello que lograste construir lentamente, y todo lo que te faltaba, se vio derrumbado por un arrojo que nadie hubiera tomado con tanta seriedad e importancia. Esto, te recordó a aquel abandonado castillo de legos que trataste armar arduorosamente, y que ahora descansa empolvado y olvidado en un rincón sin muchos ruedos. Temiste que pasara lo mismo con todo lo que añorabas, por eso, evadiste cada piedra de aquel tramo que te costó pasar más que nunca, haciendo oídos sordos a cada glosa que lograba punzarte los oídos...
Pero tratá de darte cuenta que tropezón no es caída y que la vida no es más que un juego con el firme objetivo de burlar a la desgracia. Las reglas las ponés vos, pero jugalas con dados de optimismo, y sé feliz.


De par en par te abro las puertas que me cierras,
me cuentan que el olvido no te sienta tan mal,
la paz que has elegido es peor que mi guerra,

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