jueves, abril 22

Era una noche maravillosa...

"...Me recuerda a una de esas muchachas endebles y enfermizas a las que a veces se mira con lástima, a veces con una especie de afecto compasivo, y aveces sencillamente no se fija uno en ellas, pero de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, sin que se sepa cómo, se convierten en beldades singulares y prodigiosas. Y uno, asombrado, cautivado, se pregunta sin más: ¿qué impulso ha hecho brillas con tal fuego esos ojos tristes y pensativos?, ¿qué impulso ha hecho volver esa sangre a esas mejillas pálidas y sumidas?, ¿qué ha regado de pasión los rasgos de ese tierno rostro?, ¿de qué palpita ese pecho?, ¿qué ha traído de súbito vida, vigor y belleza al rostro de la pobe muchacha?, ¿qué la ha hecho iluminarse con tal sonrisa, animarse con esa risa cargadora y chispeante? Mira uno en torno suyo buscando a alguien, sospenchando algo. Pero para ese momento y quizás al día siguiente encuentra uno la misma mirada vaga y pensativa de antes, el mismo rostro pálido, la misma humildad y timidez en los movimientos; y más aún: remordiemiento, rastros de cierta torva melancolía y aun irritación ante el momentáneo enardecimiento. Y le apena a uno que esa instantánea belleza se haya marchitado de manera tan rápida e irrevocable, que haya brillado tan engañosa e ineficazmente ante uno; le apena el que ni siquiera hubiese tiempo bastante para enamorarse del ella..."



Noches Blancas -

No hay comentarios:

Publicar un comentario