lunes, marzo 8

El alcohol nos ha embriagado.

Caí
persiguiendo un pájaro sin dueño
y aterricé en un polvorín
de arenas movedizas
bajo un cielo de betún.



No se si fue la falta de estímulo o el exceso de quietud, pero en un instante, la invadió un aburrimiento difícil de saciar con programas mediocres de sábado a la noche. Evadió cualquier prejuicio, y se perdió en la inmensidad de la noche porteña, con la intención de vivir un deja vu de sus fantasías. Acarició un sinfín de oportunidades inmersas en aquel crepúsculo de verano, bañándose del más sano descontrol. Inundada de certidumbre, le pareció raro, que algo tan añorado, en un simple instante sea arrebatado con tanta facilidad. Boicoteando su propia ilusión, se planteó dejar todo atrás, con el afán de olvidar por completo aquel anhelo; que ahora estaba más lejos que nunca. Decidió desconocer su desencanto y rescatar lo más apacible de aquel momento, guardándose un suave recuerdo de un viable comienzo.


A mi cita fui pero el horizonte se había cansado de esperar.~

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