jueves, febrero 9

de marionetas

Y jugando a la melancolía te volvés a perder entre imaginarios de porcelana, que estallan en mil porciones cuando rozan los hilos que atan tus codos, tu cuello y tus pies. Los que te suben y te bajan a su antojo por el plano imborrable del tiempo.

1 comentario:

  1. Conozco una marioneta, con la tuve el honor de conversar un día, que me contó la historia de la abolición de su esclavitud:
    "Fuí hecho entero y feliz de ello cuando noté que era parecido a otros, que poseían en variedades notables, la similitud de dos brazos, piernas y manos, dos pies y una cabeza. Pero aquella felicidad se desvaneció cuando levité, me moví y giré, me retorcí sin poder parar aquello que sucedía con mi cuerpo. En ese momento comprendí los finos hilos que se desprendian de mis articulaciones. Las hebras de la telaraña, que brillaban tensas cuando giraba el torso o levantaba una pierna. Observé a todos aquellos que me rodeaban, tan semejantes a mí... los mismos hilos, la misma decepción. Caí en la cuenta de que ese era mi destino, si fui dado al mundo con aquellas hilachas significaba que no podía manejar mis actos, que otros lo harían por mí. Ese razonamiento lógico intentaba darme calma, pero nunca podía dormir. Lo que más me molestaba era que abrieran mi boca; yo no tenía nada que decir. O nunca eran dichas las cosas que yo quería expresar. Me exasperaba que me obligaran a abrir mi quijada y exprimir de aquella mensajes que no eran yo, nunca era yo.
    Me aceitaron muchísimas veces el mecanismo de mi mandíbula. Inexplicablemnte se oxidaba, y trababa mi boca. Una aleación de mierda-decían- este metal se herrumba cada vez más.
    A la noche con rabia lloraba, hasta deshacer aquel arreglo, no iban a ser dueños de mis palabras.
    Y con ese gesto de no sometimiento comenzó mi liberación, y las preguntas: "Porqué este es mi destino? Sólo nací para ser manejado por otros? Nunca seré un sujeto? Que me hace no ser libre?
    Las respuestas siempre estuvieron en los hilos.
    Hilos, si, que en una noche de luna llena (mi gran amiga, de luz tenue y blanca) corté uno por uno, nadie manejaría mi suerte salvo yo. Y por sobre todas las cosas: Nadie más habaría por mí. ESTA BOCA ES MÍA. Podrá no gustar lo que diga a veces, pero me puedo hacer cargo de ello ¡Y con qué deleite!
    Ahora ya nadie me dice marioneta. Ahora me llaman señor, y yo les sonrío con esas sonrisas que nunca se oxidan..."

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