martes, julio 5

Rodando, para estallar

De tanto en cuando, después de cada letargo, arremete contra su pasado para justificar el presente. La euforia y la impotencia la envuelven con una indescriptible melodía, mezcla entre bronca y ganas de reir, que florecen en brillantes gotas que caen desde un cielo libre de miradas.
Reposa en su calma obligada para mirar las estrellas de la noche despejada, y ríe, diciendo que no merece desbarrancar sin haber escalado; y cierra sus ojos para imaginar el futuro inmediato.
Se sumerge en un mar de realidad para salir a flotar sobre un intangible colchón de fantasías, y relajarse en un letargo apacible, fabulosos y eterno; y así volver a empezar.

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